En el reino de los cazadores oscuros existe un código de honor que deben seguir hasta los chicos malos, por muy inmortales que sean: No hacer daño a ningún humano. No beber sangre. No enamorarse jamás.
Pero de vez en cuando, un cazador oscuro se cree por encima del código de honor. Y ahí es cuando yo entro en juego. ¿Preguntas quién soy? Soy aquél a quien todos temen y el que nada teme. Cruza la línea y te enfrentarás a mi ira. Nada puede tocarme. Nada me conmueve. Y soy implacable y despiadado.
Dangereuse St. Richard es una distracción letal. Algo en ella hace que resucite el corazón que creí muerto hace tanto tiempo. Pero, en la carrera contra el mal, la única esperanza que tiene la humanidad es que yo haga mi trabajo. ¿Y cómo puedo cumplir mi tarea cuando eso significa que tendré que sacrificar a la única mujer a la que he amado?